Alarmada por la creciente amenaza que representa China, la Armada de Estados Unidos está produciendo barcos autónomos, con ojos electrónicos que vigilan las fuerzas enemigas en el vasto océano Pacífico, que amplían el alcance de su poder de fuego y mantienen a sus marinos fuera de peligro.

La Armada acelera la producción de estas naves autónomas para no quedar rezagada ante el poderío naval chino, decidida a no repetir costosos fiascos de años recientes en la construcción de barcos.

Los cuatro barcos autónomos más grandes están siendo usados en maniobras navales multinacionales en el océano Pacífico.

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